Uruguay vs Holanda

Celestes y tulipanes se enfrentaron en la primera semifinal de la primera Copa del Mundo en África. Tras un partido, muy pero muy parejo, los europeos se quedaron con una victoria más que polémica, yo diría que hasta arreglada.

La celeste diesmada y con la gran falta de "Fonsequita" Suárez enfrento a los holandeses que tenían dos bajas por acumulación de tarjetas pero no era ninguna de sus grandes figuras. Al minuto 18, luego de que existiese una chance de gol por bando, Mark Van Bommel, el "5" que ningún juez se atreve a amonestar, metió una plancha gloriosa que opero la pierna del nuevo "10" uruguayo, Walter Gargano. La pelota siguió y le quedo al veterano de mil batallas que debe estar desde el mundial del ´74, Gio que despejo y la clavo en el ángulo de Nestor Fernando Muslera.

Uruguay con pocas ideas pudo empatar cerca del final del primer tiempo cuando Forlán que parecía que jugaba a los trencitos porque no levantaba las piernas (al final era porque estaba lesionado), marco uno de los acostumbrados goles de larga distancia.

En el segundo tiempo, Uruguay dominaba las acciones cuando Holanda convirtió un gol, donde su número nueve, "El Duro" Van Persie estaba en offside y molesto la vista de Muslera que no pudo tirarse a tiempo tras el remate de Sneijder. En fin, Holanda arriba dos a uno con dos goles ílicitos. Pero hasta que se les dio, y pudieron anotar un gol completamente válido pero irreal porque lo hizo Robben de cabeza, cuando nunca en su vida cabeceó una pelota.

Uruguay lucho y cerca del final un izquierdazo del Mono Pereira puso el tres a dos que no se movió.

Al fin, Holanda con ayuda de los jueces que se sentían mal porque la Naranja Mecánica había perdido ya dos finales y fueron los únicos más o menos humanitarios en el ´78 por ir a saludar a las madres de mayo, le regalaron el pasaje a la final. Uruguay por su parte, una calentura más, otra vez porque le afanaron el partido, pero se ganó el respeto de su gente y de los demás. Menos de la FIFA que le encanta robarle partidos a los sudamericanos.

¡Forlán es Dios!